El Cannabis narcótico en su presentación para uso lúdico es quizá, junto con el vino, uno de los productos agrícolas mas complejos a la hora de expresar sabores y aromas, así como el resto de matices sensoriales referentes a la vista, el tacto e incluso el oído. Sabemos que otros productos agrícolas y ganaderos, como el queso o el aceite de oliva, se encuentran regulados por distintos organismos que deciden sobre denominaciones de origen o sobre la calidad de una determinada cosecha.
Estos organismos o comités reguladores se encargan de tipificar el origen y certificar la calidad de los productos que les competen, garantizando que son y contienen lo que dicen, así como su procedencia. Para ello, uno de los medios que se utilizan es la cata sensorial u organoléptica, esto es, la prueba del producto mediante los sentidos y la consiguiente identificación de matices en cada uno de ellos.

Por lo tanto, a día de hoy no existe ninguna asociación, organismo o comité que se encargue de categorizar las diferentes variedades de marihuana, autóctonas o comerciales. Como consecuencia, tampoco se ha publicado ninguna metodología escrita que se encargue de establecer al menos unas normas básicas sobre cómo y en que condiciones se debería realizar una cata de cannabis narcótico.

Ni siquiera en los coffee shops o en las grandes Copas se encuentran catadores especializados que puedan, por ejemplo, desenmascarar una variedad copiada o detectar si una determinada muestra es de una u otra procedencia.